jueves, 14 de agosto de 2014

III Academia Internacional de Música Antigua

César Narbona como Eneas

Y si en la entrada anterior hablaba de las innovaciones en uno de los cursos/festivales más veteranos dentro de la oferta estival, ahora lo hago de uno de los más jóvenes y que ha entrado con grandes aspiraciones. Hasta ahí todo parece muy evidente. Es decir, cuando se emprende un proyecto se hace con la mirada puesta en unos objetivos a medio y largo plazo. AIMAntigua, a pesar de los contratiempos ajenos a su voluntad, ha conseguido juntar entre su personal docente a figuras como Paul O'Dette, Jaap ter Linden o Guillermo Peñalver. Debido a las características especiales del curso, este año ha contado con cuatro profesores de canto: David Mason, José Hdez. Pastor, Alicia Amo y Alex Ashworth. La música de cámara estaba en las firmes manos del gran violinista aragonés Sergio Franco. Pero la apuesta fuerte es la escénica. A pesar de haber llenado el Teatro Principal de Burgos el año pasado con su representación de L'Orfeo de Monteverdi, quisieron complicarse la vida un poco más con un programa doble: Dido y Eneas y The Indian Queen de Henry Purcell. Para ello contaban con una figura que, seguro, es ya un referente en la dirección de escena historicista. Me refiero a Dionysios Kyropoulos. Con la ayuda en la dirección del abulense Carlos Martín Sañudo y en las coreografías del bailarín especializado en danza barroca Alberto Arcos, el director griego ha conseguido que se movieran como pez en el agua por las tablas del Principal no sólo los personajes principales de ambas obras, sino también todo un coro formado por una veintena de cantantes. El trabajo empieza con el final del anterior, pero el grueso de la cuestión se hila en poco más de una semana. Los participantes reparten su vertiginoso ritmo de trabajo entre clases, ensayos con orquesta, trabajo actoral y coreográfico. Eso, claro está, en lo que a cantantes se refiere. Los instrumentistas preparan la música de las óperas y van a las clases de su instrumento. Además, preparan un programa más amplio para los diferentes conciertos que se ofertan durante la semana.

Cristina Teijeiro comoDido
Las óperas son el gancho principal para aquellos que descubren el curso burgalés. Pero una vez allí comprueban que es mucho más que eso. Descubren un amplio crisol de posibilidades artísticas. Desde las particulares aportaciones de cada uno de los profesores hasta el descubrimiento de nuevas facetas como la interpretación y la danza, que dan a los alumnos una formación mucho más global en música antigua. Pero todo ese profesorado es un apoyo constante que colabora activamente en la preparación de las óperas. No sólo en las aulas. Durante los ensayos están presentes para aconsejar y dirigir a sus alumnos en aquello que consideren oportuno.

Nisamar Díaz, Yolanda Quincoces, Elena Sánchez y Kimiyo Nakako (The Indian Queen)

Para un fotógrafo esto es lo que se conoce como "estar como un niño con zapatos nuevos". La libertad y las facilidades con las que cuento hacen que el trabajo sea mucho más sencillo y llevadero. Siempre me he querido caracterizar por el hecho de ser invisible. No olvidemos que, básicamente, es un espectáculo hecho para el oído, por lo que no puedo ser oído. Pero en AIMAntigua también nos encontramos ante un espectáculo hecho para la vista. La presencia física es algo más difícil de evitar, sobre todo cuando entras en un ensayo con un objetivo, que unido al cuerpo de la cámara, supera los 4o centímetros. La concentración en el trabajo es tal que todo aquello que no sea música o escena no existe. 


Elena Sánchez Elordi y Elena Plaza
Judith Lebiez
Los directores de escena o los profesores consiguen en esos momentos que los alumnos se abstraigan y dediquen toda la atención del mundo a la música o a la escena. Encuentro en esos momentos todo aquello que me movió a hacer lo que hago. Me ayudan, con su trabajo, a adorar el mío. Obvian el ruido, me obvian a mi. Obvian todo menos las emociones. Con mi cámara encuentro, entonces, esfuerzo, alegría, tristeza, pasión, complicidad, ...


Cristina Teijeiro y Susana M. Dudoignon
César Narbona

El día del teatro es el más emocionante para mí. Y digo el día, a pesar de ser dos, porque tengo la sensación de quedarme allí metido siendo testigo de la gestación de algo precario y maravilloso a la vez. La capacidad que tienen Dionysios y Carlos para dar vida a algo vacío convierte en un reto cada decisión que toman. La caja negra se convierte en lo que ellos quieren. Investigo, busco lo que les ha llevado a entender el espacio así. Los colores, las luces, los colores con las luces, los colores con las luces y las figuras, los colores con las luces, las figuras y el movimiento,... Y así hasta ordenar el caos de actores inexpertos que se acomodan en escena gracias al verbo pausado y sabio del director griego.

César Narbona
Los más jóvenes aportan su vitalidad y reciben la experiencia en consejos de los que llevan más tiempo en esto. Esta curiosa conjugación se puede respirar en las constantes reacciones que se detectan en los rostros, en el lenguaje corporal que yo,desde mi invisibilidad, recojo como un labriego de emociones en el sensor de mi máquina. En esa tarea también consigo obviarlo todo e imagino que aquello está ocurriendo para mí. Esa sincronía visual, sonora y emocional se ha hecho con el único fin de ser fotografiada.

Manon Chauvin y José Mena

La tarde de ópera comienza con The Indian Queen. El día del ensayo general pensé que no había nada que hacer. Se improvisó una línea de candilejas con bombillas de tungsteno a las que se les bajó la potencia para simular las velas de escena del siglo XVII. Pero aquello, descubrí entonces, no se estaba haciendo por mí. Estaba teniendo lugar porque del trabajo y de la pasión en el mismo sólo pueden resultar joyas como la calidez de aquella iluminación. Correspondí con la misma laboriosidad y sentí que había mandado al daguerrotipo cuatro siglos atrás. Cada cuadro era un estudio pictórico barroco. Las figuras tomaban un volumen contrastado y un cromatismo intimista. 

Ana Cristina Vicente Pimpinela y Paula Mendoza
Javier Hortigüela

Puedo afirmar que este ha sido uno de los trabajos con más trabas que me he encontrado pero del que me siento más satisfecho. He aprendido muchísimo en esta experiencia. Uno no sabe cuando va a aparecer su gran obra. A lo mejor ya lo ha hecho o a lo mejor queda mucho para que llegue. Pero lo que está claro es que cuando los elementos de los que disponemos están utilizados con las garantías que en esta ocasión, las cosas sólo pueden salir bien.

Paula Mendoza
A. Cristina Vicente Pimpinela









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